miércoles, 6 de abril de 2011

MUJER, INMIGRACIÓN Y TRABAJO

Ser mujer y además ser inmigrante es una combinación dolorosa y al tiempo explosiva. En una sociedad en la que la mujer lucha por encontrar a todos los niveles la posición que se merece y acceder al hueco que, por condición igualitaria, preparación y experiencia, le pertenece, "las inmigrantes" no cuentan ni tienen cabida, viéndose obligadas a recoger los pedazos desechados por las demás.
Mientras a unos les espera un esplendoroso futuro, a la mujer les aguarda una desoladora incertidumbre. Y, es que tras el largo recorrido que les llevará hasta aquí se sentirán engañadas y defraudadas, porque nada resultará ser como les habían contado ni este mundo, en absoluto, tan diferente al suyo.

Estas mujeres sin papeles ni permiso dejaron su vida a un lado rompiendo todos los vínculos que les unían a su familia, dejando marido e hijos en su país, y viajaron a un mundo de desconocidos con el dinero justo para aterrizar. En su país no les quedaba nada. La pobreza, el desempleo, la guerra, o la falta de perspectiva de mejora les trajeron a España. Venían en busca de oportunidades, de dinero, de trabajo y de un hogar para traer a su familia, y, a cambio muchas de ellas encontraron puertas cerradas, explotación y la calle.
Mujeres que no son analfabetas, ni tontas, ni diferentes a cualquier otra mujer nacida aquí. Son personas, de pies a cabeza, con criterios, sentimientos, ideas y aspiraciones. Pero la sociedad, que tiende a rebajar a los demás por no pertenecer al mismo círculo, se empeña en diferenciarlas, distanciarlas, e ignorarlas hasta el punto que se sorprenden cuando alguna de ellas llega a puestos o cotas que, de base, se les hacen inaccesibles.
Es su condición femenina la que les da acceso al trabajo, pero un trabajo sin reglas, sin horarios, sin concesiones.
Un trabajo rechazado en la mayoría de los casos por las mujeres no inmigrantes: el servicio doméstico, el cuidado a personas mayores, y en el peor de los casos: la prostitución.

1 comentario:

Ismael Pedregal dijo...

La charla de la Madre de Manu y de su compañera de la Cruz Roja, Rosa, me ha parecido bastante buena...